Óleo del maestro José Higueras Mora
La tarde avanzaba, el otoño
estaba cerca y los árboles ya lo notaban. Sus ramas se iban quedando desnudas y
el suelo estaba cubierto por una alfombra marrón que al pisar parecía que
alguien se lamentaba.
Los hombres habían ido a
pescar, querían quedarse a pasar la noche en la vieja casa que tenían cerca del
río. Les gustaba de vez en cuando quedarse en la soledad del lugar. Cada uno
con sus pensamientos parecía que estaban haciendo un repaso a su conciencia.
Al llegar a la casa encontraron
unas cuantas cosas que todavía seguían en el mismo sitio que los pusiera la
abuela ¡De eso hacia unos cuantos años!
Recordaban todo muy bien. Aquella
botella era de vino- ¿no recuerdo quien
se la regalo?- habían brindado en su cumpleaños – ¡creo que fueron ochenta y cinco! - luego ella la guardo vacía como
si hubiese sido el mejor de los regalos. Todavía seguía en el mismo sitio,
nadie se atrevía a tirarla y eso que había pasado mucho tiempo de la muerte de
la abuela.
Aquella jarra de bronce les
trajo una sonrisa, a la abuela le gustaba tanto que siempre la colocaba en la mesa con unas flores. - Era su decoración favorita –
Salieron al jardín el limonero
estaba cargado de fruto, fueron a buscar un frutero y lo llenaron. Tenían una
fragancia sin igual, la casa se inundo de ella. Lo pusieron sobre la mesa
antigua – espera ponemos un paño de cocina,
lo juntamos todo y hacemos una foto, seguro que a mamá le hace ilusión.-
Abrieron un cajón, todo
estaba en orden, bien puesto, sacaron uno de aquellos paños.Colocaron todo
sobre ello, hasta el pescado de la cena, quedaba bien, de pronto sus ojos
tropezaron con una cebolla que ya se había “grillado”, también la pusieron. Arrimaron
la mesa debajo de aquella ventana que hacía muchos años que no se abría.
Miraron bien el ángulo, era
una buena máquina de hacer fotos. Les gusto, hicieron varias. Era un buen
bodegón.
Higorca
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