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LA EPIDEMIA AZUL

LA EPIDEMIA AZUL
Portada: Higorca

Vídeo obras de José Higueras "el pintor de la luz"

martes, 25 de septiembre de 2012

UNA NOCHE INESPERADA

Óleo sobre lienzo, dimensiones: 130 x 98 cm., titulo: Cántaro, año: 1992 
Autor: José Higueras Mora



Una pintura gris. Un pan más bien duro. Un limón medio “pelar”. Frutas sobre la mesa. Una navaja abierta. Una botella o garrafa de cristal fino, y destacando como figura principal un cántaro.
Esos cántaros que años atrás se utilizaban para ir a buscar agua a los pozos o fuentes públicas, quizás por no tener agua corriente en casa. Era muy utilizable. En todas las casas manchegas se encontraban.
El pintor reunió unas cuantas cosas antiguas para “animarlas” con los vivos colores de la naturaleza.
Esta obra tiene un recuerdo inolvidable. Las medidas considerables del bodegón atraía vivamente a los llamados “nuevos ricos”.
El maestro llevaba un buen tiempo estudiando, experimentando, y recluido en su casa estudio. No quería vender y al mismo tiempo necesitaba seguir viviendo. “Los ahorros iban dando los últimos coletazos”.
Era viernes por la tarde y habían ido a verlos unos amigos que vivían en Madrid, iban a pasar el fin de semana “al pueblo”. Sabedores que llevaban mucho tiempo trabajando para tener preparada una buena exposición en el corazón de Francia y Bélgica. Y sabiendo que siempre se tiene que hacer el doble de obras para poder escoger bien cada una de aquellas que se van a colgar en la muestra. Les invitaron a cenar el sábado.
Era época de caza y siempre caía alguna liebre. Los hombres se encargaban de guisar un buen arroz. ¡Claro que a las mujeres no les gustaba ese plato! entonces ellas se preparaban otra cosa. “Ellas en un lado, ellos en otro”.
Ya era tarde cuando salieron de casa, hacía frío, se abrigaron y subieron la cuesta que les llevaba hasta dónde se iba a celebrar “la pequeña fiestas”.
Cuando llegaron ya estaban todos los participantes de la misma, habían preparado dos liebres, los hombres se frotaban las manos pensando en aquel ágape.
Cuando llegaron, el maestro se dio cuenta que con las prisas se habían dejado unas botellas de vino sobre la mesa. Se disculparon y volvieron de nuevo a la casa estudio, a fin de cuentas todavía la carne estaba bastante dura y por lo  menos una hora faltaba. Ellos no iban a tardar tanto.
Bajaron de nuevo la cuesta, entraron en casa para recoger lo olvidado. De pronto suena el timbre de la puerta. Al abrir se encuentran con una pareja joven, los conocen son del pueblo. Le extraña aquella visita a esas horas, es tarde y el tiempo no acompaña ¿Qué pasara?
Después de franquear la puerta para que pasaran, tienen un pequeño dialogo y les dicen que quieren ver algo de obra, quieren ver los cuadros. Mejor, están interesados en comprar varios cuadros.
No tardan en ver lo que quieren, les gustan los bodegones pero… - ¿son pequeños? - Pregunta la dueña de la casa.
Se acuerda del bodegón gris con una navaja que tiene sobre la cama y que francamente no es de los que más le gusta. Les hace pasar a la alcoba. Ellos lo miran y quedan encantados con ese cuadro.
-       ¡¡Es una maravilla!! ¡Nos lo quedamos!
Sacaron el talonario, lo pagaron y se lo llevaron, quedando para el lunes que volverían de nuevo ya que necesitaban otros más pequeños. El pintor les ayudo a sacarlo y entrarlo en el enorme coche que llevaban ¿qué extraño? ¡No querían que los viese nadie! Incomprensible ser nuevo rico.
Creo que nunca he tenido menos frío que aquella noche, cogimos las botellas y muy contentos nos dispusimos a subir aquella cuesta de nuevo. Iba contenta, llena de júbilo.
Me había deshecho de un cuadro que no me gustaba por la navaja y que lo tenía sobre mi cabeza todas las noches, y… además me había dejado un buen “dinerito” que me ayudaba a pasar un montón de tiempo.
Ahora cada vez que veo la foto del mismo, le doy las gracias por la ayuda.

Higorca