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LA EPIDEMIA AZUL

LA EPIDEMIA AZUL
Portada: Higorca

Vídeo obras de José Higueras "el pintor de la luz"

domingo, 16 de marzo de 2008

UN DOMINGO ESPLENDIDO


Siempre se ha dicho que las cosas que salen sin esperar son las mejores.

Hoy hemos podido comprobar que es cierto, poco me podía imaginar que hoy domingo y día 16 de marzo. Domingo de Ramos por más señas me lo iba a pasar tan formidable.

Teníamos que recoger unas cosas que nos traían de Madrid unos amigos nuestros. El misterio era que ellos no estaban y nosotros tampoco queríamos importunar, así que pensamos madrugar para poder hacer el viaje prontito, no esta lejos de nuestra casa, y, de esa forma podíamos hacer otras cosas.

Había amanecido un día esplendido, el sol brillaba en el cielo azul, limpio de nubes. La verdad era que apetecía el caminar por la llanura manchega. Nosotros íbamos camino de un pueblo cargado de historia, cargado de mitos. Unos mitos famosos en el mundo entero. En el cuentan que nació la tan afamada Dulcinea, amante y amada del no menos mundialmente conocido el Ilustre Hidalgo Don Quijote de la Mancha. Así que el lugar no es otro que El Toboso.

Cuando llegamos a la casa, para nuestra sorpresa ellos, Jesús y Ana estaban allí y acompañados por dos artistas amigos suyos. Mercedes Ballesteros, una muy buena pintora y escultora, modela, transforma el barro en una escultura llena de vida y, es que ella transpira la vida que lleva dentro, estaba junto a su compañero, otro pintor acuarelista llamado Pablo Reviriego, un tipo simpático y dicharachero, con él, no se aburren las personas que estan a su alrededor .

Después de las presentaciones de rigor nos sentamos junto a ellos en la mesa para tomar un café y fue maravilloso, enseguida nos pusimos hablar sobre nuestro fantástico trabajo, la pintura y todos los derivados que conlleva. Ha pasado el tiempo sin darnos cuenta, el entorno donde estábamos sentados era el más adecuado: el patio con techo de cristales de la casa rural de nuestros amigos. La luz, el sol, entraba por ese lucernario invadiendo toda la estancia, sentados en unos sillones de bambú, cómodos y delante una taza de café con unos magníficos bizcochos. No se podía pedir más.

Luego nos hemos ido todos a pasear y enseñar un poco más el rincón Quijotesco para terminar comiendo en un restaurante del lugar.

Maravilloso día, impensable, nada preparado, pero eso sí, difícil de olvidar. Gracias amigos por todo