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LA EPIDEMIA AZUL

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Portada: Higorca

Vídeo obras de José Higueras "el pintor de la luz"

lunes, 18 de febrero de 2008

SEGOBRIGA -- Ruinas Romanas

Hace unos años, cuando estábamos recién llegados a La Mancha, nos hablaron de Segóbriga, de la importancia que tenía aquella ciudad romana.
Por aquel entonces estaba en proceso de restauración. Destapando y limpiando todo aquel legado maravilloso que durante muchos años había estado dormido. Fue una visita muy de nuestro agrado. Volvimos otras cuantas veces, aquello avanzaba y bastante rápido.
Al siguiente año, un día de verano. Un conocido nos llamo para pedirnos si podíamos llevarlo a buscar a una persona. Llegaba en un autobús en otro pueblo cercano al suyo, él tenia su coche en el taller.
La llegada era en domingo, y, bueno, no nos importo para eso estamos los amigos, para cuando nos necesitamos.
Eran las diez de la mañana cuando nos pusimos en marcha, subimos al coche y cogimos la carretera (como vulgarmente se dice). Llegamos al lugar donde vivía Antonio, ya nos estaba esperando y nos encaminamos al lugar donde llegaba la persona en cuestión.
Por el camino nos fue diciendo quien era el tal sujeto. Era pintor y venía a España recomendado por un maestro de mucho renombre y amigo a su vez de Antonio, este pintor era de un país Sudamericano, no importa ahora su nombre.
La persona que llegaba no la conocía para nada nuestro amigo, solamente le habían pedido el favor - Que le acogiera unos días en su casa - Nuestro amigo no se podía negar ya que le debía varios favores al maestro pintor.
Por fin llego el autobús y la verdad, no fue difícil reconocerle. Después de los saludos de rigor miramos el reloj y también el estómago ya que nadie habíamos comido, nos dijeron que llegaba a una hora y se retraso dos de lo convenido. Así que, lo mejor era comer y después ya veríamos lo que se proponía. Además la calor apretaba un poco.
No se pensó dos veces buscamos donde poder sentarnos a reponer fuerzas (nunca mejor pensado ya que no sabíamos lo que se nos esperaba)
Después de comer y tomar un buen café, Antonio decidió ir a Segóbriga, no estaba muy lejos del lugar donde nos encontrábamos, bueno, quedaban pocos kilómetros. Era verano y los días eran lo suficientemente largos como para hacer excursiones. Por aquel entonces todavía se podía entrar libremente y visitar todo el recinto.
Todos estábamos de acuerdo, nos dirigimos hasta Segóbriga, al colombiano, seguramente le gustaría el lugar, por que a decir verdad no hablaba mucho, todo lo contrario que Antonio, este hablaba en cantidad, él, con su forma de ser le iba sacando las palabras y sabiendo algo más.
Llegamos a la ciudad romana, dejamos el coche cerca del camino, debajo de unos árboles para que no le diese mucho el sol. Todavía había que andar un trozo hasta llegar a las primeras zonas, que era el circo y las catacumbas.
Estuvimos un rato viendo todo aquel complejo, aquellas piedras con tantas historias calladas. Cuando llegamos al coliseo o anfiteatro, note que en una de las escaleras dejaba la cartera, que no era nada más que una "riñonera". Pensé que la cogería de nuevo, a veces es normal que dejemos una cosa si queremos ver algo importante. No le preste más atención al detalle.
Terminamos nuestro paseo y volvimos de nuevo a donde estaba el coche, pero antes de subir nos acercamos hasta un cementerio que también se encuentra en el mismo recinto. Una necrópolis visigoda, bastante bien conservada.
Estábamos un poco cansados, subimos al coche y como ya se había hecho bastante tarde decidimos terminar el día, o lo que es igual la excursión. Nos fuimos a cenar a un restaurante que se encuentra en la carretera, entre la ciudad romana y el lugar donde habitamos para después buscar en el mismo pueblo de Antonio, habitación donde pudiese acomodarse el chico.
Pero ¡Ah! Sorpresa, cuando llegamos al lugar, mejor, al final de su trayecto para marchar nosotros para nuestra casa ya que eran cerca de la una de la madrugada. El muchacho al bajar no llevaba la riñonera, la buscamos por todo el coche y no se encontró, fue entonces cuando recordé donde la había visto y le pregunte al chico si la había cogido. No contesto, claro que habiendo estado todo el día con él, no nos extraño, aunque si nos pareció un poco raro. Antonio ya estaba muy nervioso y entre unas cosas y otras las manecillas del reloj iban corriendo.
Miro fijamente al muchacho preguntándole que era lo que en realidad pretendía. Se había dejado toda la documentación y si algún dinero llevaba, el joven no contestaba pero si se le noto que lo había hecho a conciencia.
Todos nos miramos, había algo raro en aquel colombiano que había llegado, que casi no había hablado y parecía apático a todo lo que le rodeaba.
Antonio nos miró, bueno chicos lo siento, tenemos que volver a las ruinas... bueno creo que a la ruina nos lleva mi amigo el pintor, sentía furia y la verdad es que no eran horas de volver ya que hasta que se llegaba y luego volver y nosotros llegar hasta nuestra casa, la noche se pasaba y José estaba realmente cansado. Pero algo se tenía que hacer, no se podía perder la documentación era algo muy importante para todos.
De nuevo al coche y camino de Segobriga, llegamos eran altas horas de la noche. Teníamos que dejar el coche y subir andando hasta el anfiteatro, yo les explique exactamente donde estaba ya que me acordaba perfectamente, el chico no hablaba, parecía no importarle lo más mínimo. Era algo extraño. Me quede en el coche mientras los tres hombres llegaban a la ciudad y luego subían hasta arriba. Yo estaba cansada, la verdad era que no me apetecía nada, me cerré las puertas del coche, con la radio puesta, esperando, sabía siempre donde se encontraban, podía ver la luz de la linterna, la noche era oscura, se me hizo eterna la espera, me parecía ver de todo y al mismo tiempo no ver nada en absoluto, eso fue en realidad.
Cuando vi que llegaban, después de un buen rato ya que estaba bastante lejos, abrí las puertas y salí, aunque era verano, a esa hora y en ese lugar hacía un poco de fresco, estaban cansados de todo el día y de andar otra vez para encontrar la dichosa documentación, vi que la llevaban y menos mal que mi memoria era clara y fue mucho más fácil.
Deduje por la conversación que había discutido Antonio con el colombiano. También lo encontré normal, no se que fin llevaría el chico dejándose toda aquella documentación en semejante sitio.
Por fin decidimos irnos a casa, bueno, lo esperaba y lo deseaba. En el mismo recinto de Segobriga y cerca de donde teníamos el coche había una fuente donde se podía beber agua además muy buena ya que es de manantial.
Fuimos a beber y sin saber como de nueva otra sorpresa, nos apareció un señor muy alto, delgado, apoyado en la piedra que formaba la fuente, hablaba latín, de momento no supimos que decir, aquello era extraño, seguimos hablando con él y nos explicaba cosas relacionadas con Segobriga y la necrópolis. Nos quedamos todos perplejos, atónitos viendo y escuchando aquella aparición.
El señor nos dijo que vivía por aquellos parajes conquenses, la verdad es que nos estuvo explicando toda la historia de aquel lugar. No quiero pensar lo que podía ser, lo que si estoy segura es de lo que vi y escuche, hablaba un montón de idiomas, iba vestido con un pantalón corto y una blusa bastante larga, tipo túnica, el pelo más bien largo y una barba espesa pero no muy larga.
Ya he dicho que su altura era considerable, en cambio era muy delgado y estaba moreno. Me miraba fijamente y casi siempre se dirigía a mi, me gustaba oír aquellas explicaciones, todo aquel que me conoce sabe que me gusta aprender, es algo que no me cansa.
Después de un buen rato, ya habíamos perdido la noción del tiempo, habían pasado muchas horas, nos despedimos de aquel personaje que nunca he podido olvidar, podría hablar muchas cosas de esa ciudad romana, pero mejor lo dejo para otra historia.
Subimos por fin al coche y camino de la cama, lo estaba deseando, habían sido muchas aventuras en un mismo día. Al llegar al lugar donde ellos se quedaban nos despedimos.
Al final pudimos llegar hasta nuestra casa y acostarnos.
Nunca olvidare aquel personaje que en una noche oscura, con el cielo completamente estrellado, nos estaba esperando apoyado en una fuente de la ciudad romana de Segobríga, supo explicar cosas que jamás las podremos leer en los libros ¿Sera verdad toda su explicación?