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LA EPIDEMIA AZUL

LA EPIDEMIA AZUL
Portada: Higorca

Vídeo obras de José Higueras "el pintor de la luz"

lunes, 20 de mayo de 2013

COCINA EXTREMEÑA

Óleo/tabla, medidas: 65 x 81 cm., año 2007, autor: José Higueras Mora 

Habían pasado muchos años. Ahora estaban de nuevo en esa tierra que les parecía desconocida. Eran muy pequeños cuando sus padres decidieron partir a buscar un trabajo mejor a otro país. Allí era muy difícil poder vivir, no tenían ni lo más básico. Fue una decisión dura… pero acertada.
Ellos fueron creciendo, acudiendo al colegio, aprendiendo el idioma. Apenas se dieron cuenta del cambio experimentado. Lo peor fueron sus padres que tuvieron que trabajar duramente para sacarlos adelante. No era fácil estar en un lugar desconocido, sin familia, con otro idioma…
Al principio no podían volver ni aún en vacaciones. Era preciso ahorrar para luego poder llegar con algo de dinero y conseguir de nuevo todo lo que habían perdido.
Así fue, pasados tres años de nuevo volvieron a su tierra, al lugar que les vio partir. Todo les parecía raro, distinto, en cambio todo estaba igual. Todo menos la familia, aquellos padres y abuelos habían envejecido. Mirándolo bien no era mucho tiempo pero… quizá el sufrimiento al saber que sus hijos estaban lejos.
Así fue pasando el tiempo, los años. Se acostumbraron a estar en aquel país tan distinto al suyo, pero dónde les habían acogido muy bien. Se sentían en su casa, con los mismos amigos del principio, y ahora ya venían todos los años a su pequeño pueblo extremeño.
Un día recibieron un telegrama con una mala noticia, la abuela había fallecido. Tenían que venir. Ya solamente quedaba ella de todos los mayores. Después del entierro de nuevo el regreso a su casa, al rincón que ahora era como suyo.
De nuevo estuvieron unos años sin volver ¿para qué? Ya no quedaba nadie de ellos, todos estaban fuera, cada hermano por un lado del mundo. No era fácil llegar y encontrar aquella casa sin nadie.
Un verano, cuando ya el tiempo casi había curado la herida decidieron tornar.  Al abrir la puerta un fuerte olor les descubrió todo el polvo que había. Olía a cerrado, a soledad, entraron, miraron por todo, seguramente no podían dormir allí aquella noche, debían limpiar bien. Dejaron las maletas y se dispusieron a preparar todo, entre todos. Abrieron las ventanas. Era necesario ventilar. Aquel olor traía recuerdos del pasado.
Entraron en la cocina, al abrir la ventana vieron la mesa. Estaba intacta, como si alguien hubiese estado limpiando aquel trozo todos los días.
La mesa dónde acostumbraban a comer sus padres siempre, al mismo tiempo que la utilizaban para poner las cosas de la cocina, de esa forma la abuela se encontraba más cómoda. En ella la sartén estaba en su sitio, la aceitera aún guardaba el mismo aceite, los membrillos del jardín se habían conservado como si estuvieran recién cogidos del árbol. La abuela tenía costumbre de dejar uno dentro de aquella enorme copa que siempre le había gustado a la nieta cuando era pequeña. La calabaza del abuelo, colgada en la vieja pared. Miraron… no se atrevían a tocar el pan, parecía estar tierno. Se acercaron y pudieron comprobar que estaba como una piedra, pero eso sí, no había perdido el color, era como si aquello hubiese permanecido esperando a que llegaran ellos para recordar que allí estaba su casa, su lugar, sus recuerdos.
Aquella noche el matrimonio hizo nuevos planes, estuvieron hablando largo rato. Por la mañana hablarían con sus hijos. Eran mayores, habían crecido, tenían unas carreras, sus parejas. Todo marchaba bien ¿para qué esperar entonces?
Se sentaron en la mesa para desayunar, el humeante café desprendía un acariciante aroma, además del pan tostado recién hecho.
Hablaron los padres ¡hemos pensado que nos quedamos aquí! Ahora ya sois mayores, no necesitáis de nosotros. Este es nuestro hogar, nuestro lugar. Dejaron de desayunar y se miraron desconcertadamente. No tuvieron contestación que decir, al fin y al cabo tenían derecho a pensar así. Habían luchado mucho. Ahora ya les había llegado el momento de descansar y ¿dónde mejor que en su rincón extremeño? La casa que fue de sus ancestros.
Se levantaron, y simplemente les dieron un fuerte abrazo. Aquella mesa, en la cocina con todos los componentes intactos les había indicado donde estaba su lugar.

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