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LA EPIDEMIA AZUL

LA EPIDEMIA AZUL
Portada: Higorca

Vídeo obras de José Higueras "el pintor de la luz"

martes, 28 de octubre de 2008

UNA HISTORIA BONITA

Esta mañana he tenido que ir a un funeral. Lo he pasado muy mal. La finada era una señora muy joven. Después de sufrir durante unos cuantos años a consecuencia de una grave enfermedad, todo se ha terminado. Se ha terminado de la peor manera. Se ha ido, ha dejado a toda su familia sumida en la tristeza, en la pena, en el dolor.
Y yo me pregunto ¿Porqué? En cambio que nadie me pregunte a mi el por que siento ese dolor, no lo se.
Cuando he entrado en la iglesia. Esta, estaba llena, no había ni un triste rincón vacío. Por esa razón he entrado como he podido. Me he quedado en un pequeño recodo, mirando al frente y pensando, siempre, pensando en lo mismo. No entiendo por que una persona joven tiene que irse tan pronto, casi sin terminar su misión aquí.
Al rato de estar dentro y acostumbrarme a la oscuridad he podido ver al fondo de ese rincón, y he podido ver a una señora que estaba rota por el llanto, agudizando mi vista he comprendido que lo que me había parecido en un principio era verdad. Lloraba desconsoladamente.
En mi interior, he pensado que podía ser un familiar de la finada y a lo mejor no había podido acercarse a la familia por algo ¿Quizás por no hablarse con ellos? ¿Por eso quería esconder su dolor?
Su pena me ha hecho sentir congoja. Le he pasado mi brazo sobre su hombro, quería darle a entender que no estaba sola, que la comprendia.
La señora me ha mirado con cariño, acercándose un poco más a mí, he notado que me quería hablar cuando terminara la misa.
Bueno la esperare, he pensado. De vez en cuando es bueno el poder dejar volar el alma y hacer un poco de sitio para otra cosa de esas que la vida nos trae sin llamar y creo que hoy me necesitan un poco, si por lo menos ayudo simplemente escuchando me daré por satisfecha.
Por fin la señora ha salido, y al verme se ha dirigido a mi, aún se notaba en su cara las lágrimas que había derramado aunque me sonreía.
Cuando ha llegado a mi altura le he preguntado ¿Qué es lo que en realidad le pasaba? Que si era familia de la mujer, y sobre todo si quería que la acompañase a cualquier parte por si no se encontraba bien.
La señora, me dio a entender que me conocía, cosa fácil ¡por que yo como soy tan "despiste".!
Llevábamos el mismo camino, entonces no era difícil el poder escuchar sus palabras. Mientras caminábamos me fue contando una historia muy bonita.
Ella había nacido en una casa de burgueses, católicos, practicantes. Sobre todo,- me recalco ella,- sus padres eran muy creyentes, y así se lo habían inculcado. De esa forma había crecido y se había formado, dentro de la doctrina cristiana.
La familia, su familia, se componía de los padres y dos hijos; ella y un hermano mayor. En su casa todo era felicidad y amor, hasta que un día algo trágico ocurrió.
Era verano y su hermano había ido a unas islas, a un concurso de pesca submarina, en un abrir y cerrar de ojos, sin saber como ni de que manera, a Manuel sus compañeros le sacaron ya cadáver.
Se le había reventado la vena horta, fue fulminante, llamaron a la familia para darles la mala noticia.
Nunca lo ha olvidado la hermana, fue como un mazazo sobre su vida. Claro que Manuel, - decía llena de orgullo.- Era una persona excepcional, un chico muy guapo, muy inteligente, cariñoso, buena persona.
La señora, hablaba maravillas de aquel hermano que perdió en el mar. Cuando hablaba sus ojos se iluminaban, era otra persona distinta.
Ella por aquel entonces era una niña y no comprendía el por que de aquella muerte tan repentina e innecesaria. Cuando les preguntaba a sus padres o algún familiar, la contestación era siempre la misma: Era un ser maravilloso para estar con nosotros, Dios le necesitaba a su lado.
Y, ella seguía sin comprender nada de nada y cada vez se acordaba más y más de Manuel. Había sido el que le ayudaba para hacer los deberes del colegio, era aquel que le enseñaba a crecer de distinta manera, le hablaba y le hacia entender en todo momento aquello que una niña de su edad llena de curiosidad no entendía bien, era muy cariñoso con ella, bueno con todo el mundo. Seguía diciendo. Se le notaba que le costaba a pesar de los años pasados, superar aquella terrible muerte.
Me escondía en la habitación a llorar.- Explicaba la señora. No quería hacer sufrir a sus padres al verla así. Por otro lado ¿Quien pensaba en ella? ¿En su sufrimiento? Quizás también eso pensaba y le daba vueltas en su cabeza de niña en aquella época.
Aunque han pasado muchos años, nunca he olvidado a Manuel, todos los días le recuerdo, a veces sigo hablando con él, No quiero que nadie piense que estoy mal de la cabeza. Seguía diciendo ella.
-No se preocupe, nadie puede pensarlo, es algo natural después de perder a esos seres queridos, la vida sigue pero ellos siempre están con nosotros, nadie nos puede explicar lo que es la muerte, si, es irse, todos lo tenemos que hacer. Pero están difícil pensar en la juventud cuando nos dejan. Desde entonces- decía la señora- no soporto la muerte, es superior a mí.


domingo, 28 de septiembre de 2008

OTOÑO ESTACION DE COLORES

Otoño. Quizás sea la estación más bella del año. Es verdad que los días van acortando y parece que más rápidamente, o solamente ¿Me lo parece a mi? Seguramente sera esto último ya que el invierno es la época que menos me gusta y por esa razón me parece que los días pasan mucho más deprisa.
Pero voy a volver de nuevo a mi estación, el otoño.
Aparece la lluvia después de unos cuantos meses de no caer ni una gota de agua sobre nosotros. (Claro, siempre hablo desde donde yo me encuentro). Me gustan estos atardeceres grises, con una cortina de agua que cae lentamente, miro a través de ella y puedo percibir los colores maravillosos que toman los árboles, las plantas, que ya van agotando su última savia preparándose para el letargo invernal.
También me gusta ese aroma a tierra mojada, después de tanto tiempo sin olerla.
Me gusta, siempre me ha gustado pisar las hojas que han caído de los árboles, miro para arriba y veo como se van quedando desnudos. (Algunos, claro) Y esas hojas secas, muertas caen lentamente y puedo ver como se alfombra mi jardín, o las calles del pueblo donde yo habito.
Alfombra de mil de colores que también sirve para dar abrigo a las raíces que quedan durmiendo o mejor invernando para que luego en la primavera estallen otra vez llenas de vida.
Miro mis hortensias a través de los cristales y veo que se quedan simplemente con el esqueleto, pero eso sí, después de haber estado con unas hojas verdes, brillantes que dejaban ver la salud de que gozaban. Daba alegría verlas, llenas de flores, enormes, de un color rosa pálido, unas, y otras su tono era mucho más encendido. Estaban lozanas. Me gusta mirarlas y mimarlas.
Ahora mi higuera después de dar su fruto también se desnuda, sus hojas caen secas, torcidas y mucho más pequeñas.
Es fantástico como podemos observar que mientras tienen el fruto no cae ninguna, después, cuando se ha recogido todo, llega el letargo.
Puedo ver mi parra virgen con sus hojas de un color rojo intenso, se pasea majestuosa por mi fachada, ahora, caen las hojas lentamente; antes, durante el verano su color era verde más bien oscuro, ahora en esta estación su color, sus matices son preciosos, inmensos, me quedo extasiada delante de ella.
Todavía queda el membrillo con sus hojas verde plateadas, con sus membrillos casi dorados a punto ya de cosechar. Esbelto y orgulloso parece decir a sus vecinos, los otros árboles. Muchachos yo todavía tengo mis hijos, mi fruto, mi savia.
Luego salimos al campo, al bosque y encontramos tejos, robles, eucaliptos, olivos y todos ellos llevan ya el sello del otoño, el sello del descanso.
No podemos olvidar los viñedos, ya están cortando su fruta. Esos racimos enormes, transparentes de carne dura y exquisita que pasaran a ser después de fermentados el rico caldo que nos deleitara en nuestra mesa.
Y el mar, ese maravilloso mar, que después de mucha calma, ahora de vez en cuando se agita, me gustaba sentarme sobre las rocas y mirar cuando llueve se torna gris, un gris color plata, pero cuando esta muy enfadado es casi negro, sus olas se estremecen y crecen como si quisiera decir "Aquí estoy, no os olvidéis de mí"
Todo cambia de color con esta estación, nosotros vestimos con otros tonos más discretos ¿Por qué? Seguramente para estar a tono con todo lo que nos rodea ¿Sera por eso?
Y los rojos intensos los cambiamos por otros un poco más oscuros y los blancos purísimos, por tonos tierras o quizás grises o negros.
Otoño, también nosotros quedaremos un poco más relajados después de un verano lleno de aventuras, viajes o alegrías al ver llegar por nuestra casa a los pequeños que están lejos, ya sean de familia o amigos que no podemos ver en otra época.
Ahora en esta estación todo vuelve a la "normalidad" a la tranquilidad para luego dar paso a otras jornadas que aunque no queramos también llegarán.

martes, 23 de septiembre de 2008

II CERTAMEN INTERNACIONAL DE PINTURA RAPIDA JOSE HIGUERAS


Por segundo año se ha celebrado en Herencia (C. Real) el II Certamen de Pintura Rápida con el nombre de José Higueras.

Ha sido un día fantástico, lleno de colorido, artistas pintores venidos de todos los lugares de España, con sus caballetes y su traje de faena puestos y dispuestos en los más recónditos rincones de este lugar manchego. Lugar por donde también paso nuestro gran hidalgo Don Quijote a lomos de su caballo y acompañado de su buen compañero y escudero.

Pues eso parecían los pintores en ese día quijotes con los pinceles en ristre plasmando sobre la tela ese rinconcito. Dejando constancia de su paso por estas tierras.

No podía ser de otra manera, el tiempo hizo gala y nos acompaño de muy buena manera, sin agobios, pero eso sí, espantando las nubes para que nada perturbase tan agradable jornada.

Todo ello dentro de las fiestas patronales de la Virgen de La Merced. Bonita manera de comenzar estas jornadas de divertimento.

Las gentes del pueblo gustan de salir a pasear y ver como trabajan, por que es fácil que no entiendan mucho de pintura, pero de lo que no cabe la menor duda es que si conocen muy bien cada rincón de su pueblo y sobre todo verlo en esos trabajos, en esos cuadros, en esas obras que salen en pocas horas con un verdadero oficio y sabiendo en todo momento captar esa luz magnífica de esta tierra sin igual La Mancha.

Gracias a todos por venir y compartir ese día con nosotros.

jueves, 18 de septiembre de 2008

UN PADRE MERCEDARIO

Después de muchos años habitando en un pueblo de La Mancha, se nos ha ido un hombre bueno, culto y sobre todo muy humano.

El P Antonio. Un fraile Mercedario de 96 años. Nació un 13 de Junio, San Antonio de Padua. Pienso, que de hay le venía el llamarse Antonio, ya que por aquella época era costumbre el poner el santo del día en que se nacía.

Nació allá en Galicia, en su Galicia. Ejercia de gallego. Por eso decían las gentes del lugar donde vivía, que al rezar el rosario, o decir la misa no le entendían. Verdad es que después de tantos años de vivir en el corazón de España donde se habla un castellano "casi" perfecto, no había perdido su acento. Ese acento "galego" único.

Tenía una estatura considerable y todavía conservaba las costumbres de su juventud. Esa juventud pasada desde la niñez en el seminario menor primero y después en el seminario mayor.
Toda una vida sirviendo a Dios, sirviendo a esa Madre llamada María y sentida bajo la advocación de Nuestra Señora de las Mercedes.
Por eso seguía llevando el hábito blanco. En invierno se colocaba el abrigo largo negro para refugiarse del frío que se deja notar en la meseta Castellano-Manchega.
Cuando salia a la calle para hacer cualquier recado, la verdad es que con su altura se veía a distancia.

Le gustaba conversar, sobre todo, cuando más disfrutaba era en los momentos que él contaba esas historias maravillosas, de vidas ejemplares que al final llegaban a santos. Se le notaba feliz y tenía una gracia especial, le brillaban los ojos de alegría y felicidad explicando la forma que había vivido la persona que él había elegido aquél día.

Era un humanista. Daba unos consejos extraordinarios a todo aquel que conocía o que en algún momento creía necesitar.

Había leído y seguía leyendo tantos libros que sabía todos los milagros hechos por cada una de aquellas criaturas o que la Virgen les había concedido.

También era hombre de campo, le gustaba y conocía muy bien su oficio que manejaba con las fincas que su casa, el convento tiene.

Nadie se aburría con él. Podía hablar de literatura, de teología o bien de uva, trigo o aceite.
Mi pequeño homenaje a un Padre Mercedario llamado Antonio. Con él pase muchos ratos escuchando sus sabias historias, sus sabios consejos. Gracias Padre Antonio.




lunes, 19 de mayo de 2008

CORPUS CHRISTY EN CAMUÑAS


Oleo pintado por: José Higueras



Todos los años cuando llega el jueves de Corpus Christi, en un pequeño pueblo de La Mancha, se celebra el auto sacramental de Pecados y Danzantes.

Que nadie piense ni por un momento que es folclore, ni mucho menos. Es un ritual, una danza ancestral. Una danza magistral, única, llena de colorido y belleza.

Mientras los Danzantes tejen el cordón, los Pecados aullan, corren hasta caer rendidos ante Dios para pedir perdón.
Danzantes y Pecados. Una cofradia donde solamente la componen hombres. Cofrades. Muchos de ellos han ido pasando de generación en generación, ya que al nacer un hijo se le presenta, se le inscribe, aunque no participa de lleno hasta la mayoría de edad. Eso sí, pasa a formar parte de ellos con otro de los ritos también muy importante y que se celebra el viernes.

Dificilmente se olvida una vez que se ha visto, o, mejor, que... de alguna forma se ha vivido de cerca la fiesta en sí.
Es una maravilla ver como a través de los años todo sigue igual, nada ha cambiado, siguen guardando ese tesoro de la misma forma. Hombres, todo.
Nunca han tenido entrada las mujeres en dichas cofradias, incluso la madama, esta representada por uno de ellos, su baile, es, como si llevara todo el peso de la representación.

La madama vestida con zapatillas o alpargatas blancas, y sus medias, también, blancas de hilo. Enaguas blancas con puntillas, luciendo un miriñaque de tela rígida con aros que sirven de armazón a la saya. Los pololos blancos adornados con puntillas y cintas de colores. La saya fruncida, normalmente es de color canela y esta bordada con distintos colores, su faldriquera debajo del delantal. Y para aquellos que no sepan lo que es, lo explicamos de una forma muy sencilla. Es un bolsillo que se ataban a la cintura las mujeres, donde guardaban el dinero.

La madama va siempre bailando, acompañada de la música que durante el trayecto van tocando. Sonajas, castañuelas, la porra y el tambor.

El atuendo de ellos, es sencillo, son trajes. Los trajes cortesanos de principios de siglo XVII.

Los Pecados visten con zapatillas bordadas o sandalias de cuero en negro, medias negras, sujetas con ligas adornadas con rosetas hechas con cintas de colores, calzón negro, estrecho, hasta media pierna, la botonadura dorada y en ambos lados, completado con madroños que se atan a la cintura y cuelgan por la entrepierna. Faja de color rojo de seda anudada a la cintura, sobre la camisa blanca un chaleco negro. Americana negra y sobre ella una cinta de seda sujeta con un alfiler de pedrería. Valona blanca, al uso de la época, abierta por delante que deja al descubierto las solapas de la chaqueta. Esta valona es de tela bordada o bien de encaje, bien almidonada. Hasta principios del siglo XX no se llevaba corbata.

En la cabeza llevan una tira de tela blanca, en forma de venda y adornan sus bordes puntillas o bordados, este complemento se llama gavineta, se tapan la cara con una careta de nariz corta y recta, coronada por dos cuernos pequeños que los adornan con muchos lazos pequeños de colores, llamados periquetes. La careta se une al serenero con escarapelas hechas de cintas de colores en forma de rosetas y se le prenden botones blancos .

El serenero es un pieza de tela en seda o crespón, sale de la careta y se sujeta a la cintura con un cordón. Según el cargo que se ostenta dentro del grupo el serenero cambia de color y forma.

Llevan una vara o mástil de madera, pintada en distintos colores y la remata cuatro garfios de hierro que estan cubiertos por periquetes de colores y debajo de las cuales se colocan cintas de muchos colores dejándolos caer hasta unos 20 cms. Este es el vestuario de los cofrades llamados Pecados.
Los Danzantes cambia un poco su atuendo:
Zapatillas o alpargatas y medias blancas. calzón blanco decorado con cintas de colores, franja bordada. Pico o pañuelo que se ata en la cintura adornado con flores de tela y puntillas, o bien bordados. También llevan careta de color rojo brillante, con pelo, bigote y barba, con una prominente y curva nariz, terminan la indumentaria con un serenero o pañuelo de seda o crespón en colores claros, bordados o pintados con dibujos alusivos a la fiesta. También cuelga de la careta.
Para ellos no todo termina en la calle, por el contrario siguen sus ritos, reuniones o comidas durante los días convenidos por la cofradia.
Colorido, belleza, danza, el bien, el mal, la música, los aullidos. Todo ello es de un cromatismo maravilloso. ¡Que no se pierda nunca! Que sigan las generaciones llevando al visitante ese ritual magistral.

lunes, 7 de abril de 2008

CARTA A UN AMANTE


Una calle de Toledo
cuadro pintado por
José Higueras
Querido mio:

Hoy me dispongo a escribirte como una enamorada se dirige a su amante. Y... es que tú, Toledo. Tú eres mi amante.


Por las noches te sueño, pienso en ti, y... es que amor es muy difícil olvidarte. Sueño y sueño; pienso en todas esas joyas maravillosas que guardas como un fiel tesoro en tus entrañas. Por eso te quiero tanto.

Te veo. te miro, estoy contigo en los atardeceres románticos. En esas puestas de sol inigualables, cuando el astro rey, después de pasar el día junto a ti, llenando tus calles de calor y luz, se esconde tras esos montes y muros que guardan la ciudad. Ciudad Imperial de Toledo.

Y es entonces... cuando todos duermen salgo a la calle y miro tu cielo lleno de luces, de miles de estrellas que te adornan como si de una corona se tratara.

Y miro a lo lejos, veo... las piedras que conservan el sabor añejo de los años, por ellas han pasado las culturas... una por una ¿Cuántas? Disfrutando de todas ellas, viendo pasar el agua tranquila y serena de ese río que también él rodea, abraza Toledo. Tu río, el Tajo que se postra a tus pies.

Dejo volar el pensamiento, mi dulce sueño, sentirme tuya, bajo la tenue luz de tus estrellas, de esa luna plateada, que invita a bailar, a correrías secretas bajo la capa y el sombrero, la espada ceñida a la cintura por lo que pueda pasar al entrar en los palacios, para cortejar a la dama de sus sueños. Cortejar... la doncella tras la reja en la oscuridad de la noche toledana.

Rejas, balcones, cargados de macetas en flor. Geranios y gitanillas colgando. Bendita decoración que las mujeres locales miman con todo su amor.

Toledo ¡Amor de mis amores! ¡Cuanto te quiero!

Subo hasta los cigarrales, lugar magnifico para contemplar sin temor todo lo que mi corazón desea, a ese amante que se abre a mis pies cual abanico. Destacándose, elevándose esas torres majestuosas como altares gigantes, que como yo se recrean mirando a su alrededor.

Y es entonces... cuando dejo volar mi imaginación de nuevo, y en mis sueños me encuentro en tus calles, me veo corriendo por ellas con la melena al viento que tu aire mece suavemente, siento tus caricias en mi cara y la suave brisa en mis labios como un cálido beso de enamorado.

He cruzado el puente de San Martín y me he parado para contemplar ese río que por ser de noche parece negro, oscuro, pero yo, aún en la oscuridad lo veo claro, transparente. Sus aguas corren tranquilas, despacio, sereno, silencioso, para que nadie despierte, para que todo siga en calma. Y cruza dos puentes.

Mientras veo correr el agua, recuerdo una vieja leyenda que muy cerca de donde me encuentro dicen... que en otroro tiempo paso.

Cuentos de amantes, de amores desdichados. Damas que buscan y siguen buscando el amor de sus amores.

Todo son maravillas. Historia, en esta bella y sin par ciudad.

Leyendas que como a mi, hacen soñar. Pensar y trasladarse a una época romana, o, quizás ¿Visigoda? Y por que no, árabe, o ¿por fin cristiana? Lo que si estoy segura, es que todo era distinto, romántico y poético. De batallas, de ganadores y vencidos ¿Quizás por no haberla vivido y quedársenos ya muy atrás?

No quiero despertar, es maravilloso pisar esos adoquines, sabiendo que debajo de ellos hay un montón de historia oculta. Casi da miedo correr. Lastimar con fuertes golpes esas piedras, lo digo, por no molestar a los que plácidamente descansan ya.

Dentro de tus murallas me encuentro protegida. Inmensas fortalezas que también a ti supieron protegerte de tantos eventos bélicos. Alimañas como aves de rapiña que solamente piensan en expoliar ajenos tesoros.

En cambio, cuando te miro es como si nada hubiera pasado por ti, tú, sigues gozando de tantas cosas bellas, de tantas cosas hermosas, que no me canso de repetir.

Toledo ¡amor mio! ¡Cuanto te admiro! Te adoro y por ti suspiro.

En mi loco soñar y correr por todas tus calles llego hasta la plaza de Zocodover, me siento: Sultana, Mora, Cristiana, Gitana. No lo sé ¡no sé que es lo que me pasa! Es tanto lo que noto dentro de mi pecho que no tengo palabras para expresar lo que mi alma siente. Solamente sé que en medio de tu plaza, danzo y danzo, envuelta en tules, en gasas, en sedas bordadas.

Mi danza, dulce danza, siempre acompañada por esa música de otras épocas. Música de cítaras, de laudes y flautas. Me enardece. Bailo y bailo, desenfrenadamente, quizás esperando que unos brazos me frenen, que me estrechen contra su pecho. Unos brazos fuertes que rodeen mi cuerpo. Mi cuerpo de amante ardiente. Para fundirnos los dos en un abrazo, abrazo de enamorados. Toledo ¡cuanto te amo!

Te siento, te llevo muy dentro.

Mis pies descalzos van marcando el ritmo de esas bellas notas, mis brazos se mueven al compás del aire, mi cuerpo se contornea y vuelo con el pensamiento y me adentro en tus palacios, en esas salas llenas de lujo, pero llenas de nostalgia, añorando los bailes y los ágapes de antaño.

Como estoy soñando nada me cuesta vivir, andar, volar, imaginar, y, así puedo llegar hasta cualquier lugar de mi enamorada ciudad.

En el palacio de Santa Isabel de los Reyes, entro y... Me parece escuchar los acordes... las notas melancólicas de un piano. Me parece ver mientras acarician sus teclas las blancas y finas manos de una doncella, con bella figura que como yo espera a su amante. De vez en cuando llega junto a su ventana la incertidumbre la mata, y en la composición se nota que su alma esta desgarrada. La espera es larga, la guerra dura, triste la tardanza.

Despacio bajo las escaleras, he cruzado el arco, esta cerca del hospital. Presto atención se ha parado la música, ahora son murmullos, lamentos de dolor. En ese silencio de la noche y en los pasillos del Santa Cruz. puedo escuchar los quejidos de aquellos caballeros que llegan de la guerra heridos, o ¿Quizás se batieron?

Vuelvo a subir las escaleras para llegar de nuevo a la plaza, me encamino, corro de nuevo, debo llegar hasta la Catedral, otra de tus joyas góticas.

Dentro el silencio, puedo pasear, ver, mirar, nadie me molesta, puedo admirar y recrear mi vista por cada uno de los rincones maravillosos ¡hay tantos! Los retablos. Maravillosos retablos. Las figuras, las imágenes, todas ellas parece que me hablan. Ellas comparten mi secreto, saben de mi amante, del amor que le tengo a Toledo.

Me susurran al oído, me dicen que eso es imposible, que la ciudad Imperial es de todos, no puede ser solamente mía ¿Pero qué dicen? Están locos ¡Qué saben ellos de amantes! Toledo es mío... mi amante.

De pronto por el orificio del techo entra un rayo de luz. Miro y me pregunto ¿No es noche? Veo estrellas, y ... la luna, esta brillando.

Es el rayo de luna que se filtra, tiene el color de la plata, no puede ser de otra manera. Al hacerse grande miles de estrellas de colores chocan con la escultura marmórea de excelente trabajo transparente. Salgo por la puerta de los Leones... meditabunda. Necesito respirar y de nuevo me encuentro en otra plaza entre la Catedral y el Ayuntamiento de la ciudad, jardín multicolor, que lo separa.

En mis sueños llega hasta mi un suave olor dulce. Mazapán que las monjas del convento de Santa Ursula están haciendo. Mazapán, rico pastel de almendra. Único en el mundo entero.

Es un placer poder entrar en todos sus conventos. Descubrir los secretos bien guardados de recetas dulces, hechas por unas manos inocentes, que nada saben, o, no quieren saber de las pícaras calles. Manos que bordan primores como si de ángeles se trataran. Maravillas que solamente ellas con su paciencia y amor llevan a cabo. Mis ojos se llenan de gozo al poder verlas.

Lugares que guardan doncellas, algunas en espera de aquel amor que se fue a la guerra, otras quizás se queden tras esos regios muros que las protegen.

Monasterios silenciosos en la noche toledana, quizás se rompan en la madrugada, cuando los frailes canten sus rezos de Maitines, en una oración sublime. Monasterios austeros, donde los padres en la edad media se sentían orgullosos por tener a sus hijos en tanto recogimiento. Capuchas que tapan cabezas y caras, rezos y cantos para liberar el alma.

Toledo, Toledo mío ¡Cuantas perlas y brillantes en bruto guardas!

Guardáme a mí también en lo más hondo de ti, en esas cavidades inescrutables, que todavía están vírgenes en lo profundo de tu suelo.

Toledo ¡hay! Toledo mío, volar quisiera. Entrar en todas esas iglesias, llenas de historia, llenas de vida, aunque muchos no crean.

Volver mi vista atrás, estar con tantos maestros de pintura que tu suelo pisaron, que allí vivieron. Entrar en su taller, aprender junto a ellos para poder pintarte, plasmarte en blancos lienzos.

Vuelo y vuelo, paso... todas las puertas, mira... tú me las abres para que yo, pasar pueda.

Se me enredan los flecos de mis mantones de seda, de gasa, tules que envuelven mi cuerpo desnudo que ahora se empapa con esos aromas del agua. He cruzado el puente, otro puente. Puente de Alcántara, para llegar al castillo de San Servando, esperando que allí en ese lugar amurallado sienta tus brazos.

Subo hasta el mirador, me impresiona lo que veo, pero no me quedo en ese lugar. Sigo subiendo hasta la torre del homenaje. Una vez allí grito una y otra... otra vez tu nombre al viento... Toledo, Toledo... te amo... te amo con todas mis fuerzas.

Es entonces cuando una voz a lo lejos me contesta, te quiero... te quiero... con ... mis fuerzas. Me estremezco... ¿Eres tú amor mío? Ya nadie contesta a mis palabras.

De pronto me doy cuenta... es el eco que responde a mis gritos. Me quedo quieta en la noche, esperando. Una ráfaga de viento levanta mi melena, mi vestido de gasa, vaporoso. Parece como si me elevara.

Corro escaleras abajo, alguien me llama, cruzo de nuevo el puente de Alcántara, subo por las empinadas calles. Ahora silencio, y, de pronto... de pronto noto un arrastrar de pies. Escucho en el silencio de un amanecer que ya empieza a clarear.

Exhausta de tanto correr llego hasta el palacio Episcopal, me quedo quieta es la procesión. Es el Corpus Christi. Fiesta grande en tu seno y de pronto... un estruendo de timbales, de clarines.

Un aroma se desprende de las flores que llenan tus calles, poesía en el aire. Estandartes que acompañan a esa gran y única joya de la orfebrería. Joya de todos los cristianos. La Custodia, maravilla de las maravillas, en su honor Toledo huele a tomillo, a flores y a romero.

Sigo en ese rincón, con respeto, mirando las calles engalanadas y miro al cielo.

Sin darme cuenta esta amaneciendo, pronto saldrá el sol y el horizonte se tornara de un rojizo, con tonos de violeta muy claro, el cielo se volverá celeste y todo seguirá igual que ayer, o, anteayer. Como siempre, y yo despertare y de nuevo suspirare y de nuevo recorreré tus calles para encontrar un trocito, un rincón aún desconocido para mí, tienes tantos que es difícil encontrar todos.

Deseo pasar una tarde en uno de tus pintorescos patios, cuajados de macetas a cuál más bella. ¡Deseo saber tantas más cosas de ti! Que esos días que no paso contigo se me hacen eternos.

Abre el día debo terminar esta carta amor, es muy corta para decir todo lo que siento por ti. Te seguiré amando locamente, como siempre te he querido, como siempre te he defendido a capa y espada. Para mi siempre serás mi amante Toledo ¡cuanto te quiero!

miércoles, 26 de marzo de 2008

POBLADO CELTA EN GALICIA



Este poblado tuve la oportunidad de conocerlo cuando visitamos Galicia. Era el mes de mayo y el tiempo nos acompaño.
Tuvimos la gran suerte de estar en el monasterio que los PP Mercedarios tienen y cuidan en Poio, (Pontevedra) también ellos llevan y (muy bien por cierto) una hospedería que esta en el mismo recinto. Aquello es un remanso de paz.
Desde ese punto puedes visitar muchos de los rincones preciosos de esta tan bella tierra y poder disfrutar de una gastronomía diferente, sabrosa y abundante.
En una de nuestras correrías fuimos hasta el mirador de Santa Tegra, en A Guarda. Al subir y en un costado de la carretera nos encontramos con el poblado celta, paramos el coche y bajamos, llevábamos un buen guia, un P Mercedario, simpático y campechano, de nombre Pedro, bonachón, de buen estómago y mejor paladar. El nos acompañaba y de esa forma podíamos ver muchas más cosas.
Esta vez fue esta maravilla, este poblado que al pasear por sus "calles" parece que te encuentras en otros tiempos. Quiero decir que es como si se parase el tiempo y el resto de la civilización no existiese.
Subimos hasta el punto más alto de aquel monte acantilado, el aire nos cortaba la respiración, el paisaje era fantástico, se podía ver como el horizonte se perdía en la desembocadura del río Miño. Como era al atardecer el crepúsculo lo hacía más enigmático todavía.
Agua con agua, eso era realmente lo que a mí me parecía. Sentada en aquellas piedras, oyendo el chocar de las olas en el cortante acantilado, era como una música celestial. Naturaleza, maravilla de las maravillas.
Aunque estuvimos un buen rato cuando decidimos el marchar me pareció que solamente había pasado unos segundos. Bajamos hasta el lugar donde habíamos dejado los coches, creía que se me llevaba el fuerte aire, pero no, ya íbamos bajando.
Después de subir al coche el bueno del P Pedro, nos llevo a una catedral. La catedral de las buenas ostras, manjar de los manjares, el lugar Arcade, cenamos de maravilla y después de vuelta, al descanso, la hospedería de Poio.

domingo, 16 de marzo de 2008

UN DOMINGO ESPLENDIDO


Siempre se ha dicho que las cosas que salen sin esperar son las mejores.

Hoy hemos podido comprobar que es cierto, poco me podía imaginar que hoy domingo y día 16 de marzo. Domingo de Ramos por más señas me lo iba a pasar tan formidable.

Teníamos que recoger unas cosas que nos traían de Madrid unos amigos nuestros. El misterio era que ellos no estaban y nosotros tampoco queríamos importunar, así que pensamos madrugar para poder hacer el viaje prontito, no esta lejos de nuestra casa, y, de esa forma podíamos hacer otras cosas.

Había amanecido un día esplendido, el sol brillaba en el cielo azul, limpio de nubes. La verdad era que apetecía el caminar por la llanura manchega. Nosotros íbamos camino de un pueblo cargado de historia, cargado de mitos. Unos mitos famosos en el mundo entero. En el cuentan que nació la tan afamada Dulcinea, amante y amada del no menos mundialmente conocido el Ilustre Hidalgo Don Quijote de la Mancha. Así que el lugar no es otro que El Toboso.

Cuando llegamos a la casa, para nuestra sorpresa ellos, Jesús y Ana estaban allí y acompañados por dos artistas amigos suyos. Mercedes Ballesteros, una muy buena pintora y escultora, modela, transforma el barro en una escultura llena de vida y, es que ella transpira la vida que lleva dentro, estaba junto a su compañero, otro pintor acuarelista llamado Pablo Reviriego, un tipo simpático y dicharachero, con él, no se aburren las personas que estan a su alrededor .

Después de las presentaciones de rigor nos sentamos junto a ellos en la mesa para tomar un café y fue maravilloso, enseguida nos pusimos hablar sobre nuestro fantástico trabajo, la pintura y todos los derivados que conlleva. Ha pasado el tiempo sin darnos cuenta, el entorno donde estábamos sentados era el más adecuado: el patio con techo de cristales de la casa rural de nuestros amigos. La luz, el sol, entraba por ese lucernario invadiendo toda la estancia, sentados en unos sillones de bambú, cómodos y delante una taza de café con unos magníficos bizcochos. No se podía pedir más.

Luego nos hemos ido todos a pasear y enseñar un poco más el rincón Quijotesco para terminar comiendo en un restaurante del lugar.

Maravilloso día, impensable, nada preparado, pero eso sí, difícil de olvidar. Gracias amigos por todo

lunes, 18 de febrero de 2008

SEGOBRIGA -- Ruinas Romanas

Hace unos años, cuando estábamos recién llegados a La Mancha, nos hablaron de Segóbriga, de la importancia que tenía aquella ciudad romana.
Por aquel entonces estaba en proceso de restauración. Destapando y limpiando todo aquel legado maravilloso que durante muchos años había estado dormido. Fue una visita muy de nuestro agrado. Volvimos otras cuantas veces, aquello avanzaba y bastante rápido.
Al siguiente año, un día de verano. Un conocido nos llamo para pedirnos si podíamos llevarlo a buscar a una persona. Llegaba en un autobús en otro pueblo cercano al suyo, él tenia su coche en el taller.
La llegada era en domingo, y, bueno, no nos importo para eso estamos los amigos, para cuando nos necesitamos.
Eran las diez de la mañana cuando nos pusimos en marcha, subimos al coche y cogimos la carretera (como vulgarmente se dice). Llegamos al lugar donde vivía Antonio, ya nos estaba esperando y nos encaminamos al lugar donde llegaba la persona en cuestión.
Por el camino nos fue diciendo quien era el tal sujeto. Era pintor y venía a España recomendado por un maestro de mucho renombre y amigo a su vez de Antonio, este pintor era de un país Sudamericano, no importa ahora su nombre.
La persona que llegaba no la conocía para nada nuestro amigo, solamente le habían pedido el favor - Que le acogiera unos días en su casa - Nuestro amigo no se podía negar ya que le debía varios favores al maestro pintor.
Por fin llego el autobús y la verdad, no fue difícil reconocerle. Después de los saludos de rigor miramos el reloj y también el estómago ya que nadie habíamos comido, nos dijeron que llegaba a una hora y se retraso dos de lo convenido. Así que, lo mejor era comer y después ya veríamos lo que se proponía. Además la calor apretaba un poco.
No se pensó dos veces buscamos donde poder sentarnos a reponer fuerzas (nunca mejor pensado ya que no sabíamos lo que se nos esperaba)
Después de comer y tomar un buen café, Antonio decidió ir a Segóbriga, no estaba muy lejos del lugar donde nos encontrábamos, bueno, quedaban pocos kilómetros. Era verano y los días eran lo suficientemente largos como para hacer excursiones. Por aquel entonces todavía se podía entrar libremente y visitar todo el recinto.
Todos estábamos de acuerdo, nos dirigimos hasta Segóbriga, al colombiano, seguramente le gustaría el lugar, por que a decir verdad no hablaba mucho, todo lo contrario que Antonio, este hablaba en cantidad, él, con su forma de ser le iba sacando las palabras y sabiendo algo más.
Llegamos a la ciudad romana, dejamos el coche cerca del camino, debajo de unos árboles para que no le diese mucho el sol. Todavía había que andar un trozo hasta llegar a las primeras zonas, que era el circo y las catacumbas.
Estuvimos un rato viendo todo aquel complejo, aquellas piedras con tantas historias calladas. Cuando llegamos al coliseo o anfiteatro, note que en una de las escaleras dejaba la cartera, que no era nada más que una "riñonera". Pensé que la cogería de nuevo, a veces es normal que dejemos una cosa si queremos ver algo importante. No le preste más atención al detalle.
Terminamos nuestro paseo y volvimos de nuevo a donde estaba el coche, pero antes de subir nos acercamos hasta un cementerio que también se encuentra en el mismo recinto. Una necrópolis visigoda, bastante bien conservada.
Estábamos un poco cansados, subimos al coche y como ya se había hecho bastante tarde decidimos terminar el día, o lo que es igual la excursión. Nos fuimos a cenar a un restaurante que se encuentra en la carretera, entre la ciudad romana y el lugar donde habitamos para después buscar en el mismo pueblo de Antonio, habitación donde pudiese acomodarse el chico.
Pero ¡Ah! Sorpresa, cuando llegamos al lugar, mejor, al final de su trayecto para marchar nosotros para nuestra casa ya que eran cerca de la una de la madrugada. El muchacho al bajar no llevaba la riñonera, la buscamos por todo el coche y no se encontró, fue entonces cuando recordé donde la había visto y le pregunte al chico si la había cogido. No contesto, claro que habiendo estado todo el día con él, no nos extraño, aunque si nos pareció un poco raro. Antonio ya estaba muy nervioso y entre unas cosas y otras las manecillas del reloj iban corriendo.
Miro fijamente al muchacho preguntándole que era lo que en realidad pretendía. Se había dejado toda la documentación y si algún dinero llevaba, el joven no contestaba pero si se le noto que lo había hecho a conciencia.
Todos nos miramos, había algo raro en aquel colombiano que había llegado, que casi no había hablado y parecía apático a todo lo que le rodeaba.
Antonio nos miró, bueno chicos lo siento, tenemos que volver a las ruinas... bueno creo que a la ruina nos lleva mi amigo el pintor, sentía furia y la verdad es que no eran horas de volver ya que hasta que se llegaba y luego volver y nosotros llegar hasta nuestra casa, la noche se pasaba y José estaba realmente cansado. Pero algo se tenía que hacer, no se podía perder la documentación era algo muy importante para todos.
De nuevo al coche y camino de Segobriga, llegamos eran altas horas de la noche. Teníamos que dejar el coche y subir andando hasta el anfiteatro, yo les explique exactamente donde estaba ya que me acordaba perfectamente, el chico no hablaba, parecía no importarle lo más mínimo. Era algo extraño. Me quede en el coche mientras los tres hombres llegaban a la ciudad y luego subían hasta arriba. Yo estaba cansada, la verdad era que no me apetecía nada, me cerré las puertas del coche, con la radio puesta, esperando, sabía siempre donde se encontraban, podía ver la luz de la linterna, la noche era oscura, se me hizo eterna la espera, me parecía ver de todo y al mismo tiempo no ver nada en absoluto, eso fue en realidad.
Cuando vi que llegaban, después de un buen rato ya que estaba bastante lejos, abrí las puertas y salí, aunque era verano, a esa hora y en ese lugar hacía un poco de fresco, estaban cansados de todo el día y de andar otra vez para encontrar la dichosa documentación, vi que la llevaban y menos mal que mi memoria era clara y fue mucho más fácil.
Deduje por la conversación que había discutido Antonio con el colombiano. También lo encontré normal, no se que fin llevaría el chico dejándose toda aquella documentación en semejante sitio.
Por fin decidimos irnos a casa, bueno, lo esperaba y lo deseaba. En el mismo recinto de Segobriga y cerca de donde teníamos el coche había una fuente donde se podía beber agua además muy buena ya que es de manantial.
Fuimos a beber y sin saber como de nueva otra sorpresa, nos apareció un señor muy alto, delgado, apoyado en la piedra que formaba la fuente, hablaba latín, de momento no supimos que decir, aquello era extraño, seguimos hablando con él y nos explicaba cosas relacionadas con Segobriga y la necrópolis. Nos quedamos todos perplejos, atónitos viendo y escuchando aquella aparición.
El señor nos dijo que vivía por aquellos parajes conquenses, la verdad es que nos estuvo explicando toda la historia de aquel lugar. No quiero pensar lo que podía ser, lo que si estoy segura es de lo que vi y escuche, hablaba un montón de idiomas, iba vestido con un pantalón corto y una blusa bastante larga, tipo túnica, el pelo más bien largo y una barba espesa pero no muy larga.
Ya he dicho que su altura era considerable, en cambio era muy delgado y estaba moreno. Me miraba fijamente y casi siempre se dirigía a mi, me gustaba oír aquellas explicaciones, todo aquel que me conoce sabe que me gusta aprender, es algo que no me cansa.
Después de un buen rato, ya habíamos perdido la noción del tiempo, habían pasado muchas horas, nos despedimos de aquel personaje que nunca he podido olvidar, podría hablar muchas cosas de esa ciudad romana, pero mejor lo dejo para otra historia.
Subimos por fin al coche y camino de la cama, lo estaba deseando, habían sido muchas aventuras en un mismo día. Al llegar al lugar donde ellos se quedaban nos despedimos.
Al final pudimos llegar hasta nuestra casa y acostarnos.
Nunca olvidare aquel personaje que en una noche oscura, con el cielo completamente estrellado, nos estaba esperando apoyado en una fuente de la ciudad romana de Segobríga, supo explicar cosas que jamás las podremos leer en los libros ¿Sera verdad toda su explicación?








sábado, 16 de febrero de 2008

UN POCO DE HISTORIA SOBRE UN PINTOR: JOSÉ HIGUERAS

José Higueras Mora nace en un lugar de La Mancha. Crece entre dos regiones bien distintas: el Pirineo Catalán y La Mancha.

En un sitio sus padres, en otro sus abuelos maternos. José adoraba a sus abuelos, sobre todo a su abuelo. Cuando estaba a su lado era la persona más feliz del mundo y a la viceversa, por esa razón, deseaba estar siempre en Camuñas (Toledo) el pueblo que le vio nacer.

Desde muy temprana edad tuvo claro lo que le gustaba y lo que deseaba hacer: Pintar, manchar telas blancas con muchos colores.

Con el paso del tiempo y salvando miles de obstáculos, por diversos problemas familiares tuvo que trabajar y mover pinceles.

Su primer maestro y el que realmente le despierta todo el interes sobre el mundo de las artes es su tío, Don Ramón Higueras Guijarro, hermano de su padre. El tío Ramón vivía en Jaen, además de pintor era restaurador de grandes monumentos. Le enseña a su sobrino el oficio de dorador al agua y al mixtión.

En el año 1962 se marcha a París donde le espera su madre que ya se había instalado en la ciudad de la luz. Allí sigue estudiando con el maestro pintor Jean l`Fevre y ¡como no! Acude en compañia de otros pintores a la plaza de Montmatre conociendo la bohemia y a un buen grupo de pintores.

Decide volver a España y tiene la ocasión de compartir con grandes maestros: Viola, Antonio López, Manuel López Villaseñor, Guerrero Malagón y un etc.

Posee diversos premios internacionales como: Doctor Honoris Causa, Medalla de Platino y Medalla de Oro, conseguidos en Belgica. Medalla de Oro entregada por el Ayuntamiento de la ciudad de Kyoto (Japón), Medalla de Oro al merito de las Ciencias y las Artes en París, etc...

Persona trabajadora y honesta, respeta y es respetada por todos sus compañeros de profesión, amigo de sus amigos, recto en sus teorias y en la amistad, humilde por encima de todo, gran estudioso del mundo pictórico, no le gusta salir en demasia, por el contrario le gusta que le visiten y compartir mesa y mantel en unas veladas amenas.

Ha expuesto por diversas partes del globo terráqueo. En Europa es conocido como el pintor de la luz.

Desde el mes de septiembre del año 2007 se celebra un premio de pintura rápida José Higueras en Herencia (C. Real), el rincón manchego donde desde hace unos años tiene su residencia y estudio, donde pasa la mayor parte del tiempo rodeado de obras de arte