GRACIAS POR SEGUIRME

LA EPIDEMIA AZUL

LA EPIDEMIA AZUL
Portada: Higorca

Vídeo obras de José Higueras "el pintor de la luz"

sábado, 17 de noviembre de 2007

LA PLAYA; MI MAR; MEDITERRANEO -- Autor: Higorca

Mar Mediterráneo, ese mar que tanto añoro, ese mar que me vio crecer, que me vio correr por su dorada arena. Playas de inmensidades, de horizontes profundos. Olas que me envolvían con su espuma blanca. Gotas de color plata que se forman al chocar tus olas fuertemente contra las piedras. Esas piedras superpuestas hasta llegar a ser un largo muelle que se adentra en ese mar de un verde esmeralda, o, de un azul turquesa. También hay días que cuando tus aguas embravecidas se tornan grises por que en el cielo unas nubes negras presagian fuertes tormentas, hasta esos días mar mio, mar que pareces en calma, hasta en tus peores momentos, yo... Mediterráneo te amo. En tus aguas transparentes y alguna vez cristalinas, en ellas... aprendí a nadar, aprendí amar, aprendí a respetar todo lo bello e inescrutable que tu encierras. La playa donde he pasado tantos años de mi vida, tantas correrías de niñez, luego de adolescencia, mis primeros amores, cuitas de niñas que quieren... que juegan a ser mayores, bikinis, sandalias de goma para poder entrar dentro del agua, también para no quemarse la planta del pie cuando ya se sale de la misma camino de vuelta a casa. Añoranzas de personas que ya no están, que partieron a otros lugares, o... quizás para no volver más. Mi playa, mi costa dorada, mi mar Mediterráneo. También yo te envió este cantó, esta Salve, evocación de otroros años.

lunes, 12 de noviembre de 2007

UNA HISTORIA DE AMOR -- Autor: Higorca

Me han contado alguna vez una historia de amor que nada tiene de novela, ni de película, es una historia verdadera, autentica. De las que se recuerdan una vez que te las han contado.
Fue por el año 1940, era verano, la guerra había terminado y a los jóvenes de nuevo les había vuelto la sonrisa a los labios; las ganas de pasarlo bien, bailar, pasear y conocer otros horizontes. Ella, María se llamaba; estaba de vacaciones en un pueblo cerca de Valencia, en Puerto de Sagunto, concretamente. Era por la tarde y se encontraba sentada con otras chicas en la puerta de una casa, tomaban el fresco después de una tarde calurosa, reían y hablaban, terminaban de pasar el día animadamente con un vaso de horchata fresca. María era una chica muy guapa, dicen aquellos que la conocieron que era como una muñeca, además de ser muy alegre y risueña; cantaba como los propios ángeles; claro solamente en reuniones familiares o con las amigas para pasar el rato, ya que su familia no le permitía esas "frivolidades" (cosas de aquella época)
Aquella tarde estaban en animada charla todas las amigas cuando se dieron cuenta que pasaban un grupo de chicos bastante bien parecidos, ellas muy recatadas bajaron la cabeza y callaron por un momento. Ellos, más atrevidos al pasar dieron las buenas tardes y siguieron con su camino, después ellas hablaron en voz baja de los apuestos muchachos, pero eso sí, sin darle la más mínima importancia; o por lo menos eso parecía. Al día siguiente María, se tenía ya que marchar a su casa, a su pueblo, donde su madre y otros hermanos la esperaban.
Aquella tarde, el mismo día que ella se había marchado, uno de aquellos chicos paso de nuevo por la calle con la esperanza de ver a la muchacha de dientes de perlas. Así la llamaba él siempre cuando hablaba de ella, naturalmente no la vio andando hasta la otra punta de la calle. De nuevo, volvió sobre sus pasos y al ver que no estaba ninguna de ellas, llamo a la puerta de la casa donde las había visto sentadas. Al abrirse la puerta conoció a la persona que estaba allí. Que suerte pensó; ahora todo sera más fácil, llevaba razón, la dueña de aquella casa era una conocida, tenía una tienda donde el grupo de chicos compraban ya que eran forasteros, quiero decir que no eran del lugar. Ella al verlo le saludo y su primer pensamiento fue pensar que la tienda estaba cerrada... No, no, no es eso... hoy vengo a preguntar por una chica que vi ayer sentada en esta puerta, me dejo impresionado su belleza, la paz de su semblante y esos ojos chispeantes color miel. ¿María? No se... no se su nombre, es la primera vez que la he visto, llevaba una blusa de seda negra.
Si, ya se. Le contesto ella. Es mi hermana y se ha ido esta mañana a su casa, a casa de mis padres, ha estado aquí unos días de vacaciones. Si, es verdad ayer estaban sentadas en la calle con sus amigas... pero bueno, y tú ¿para que quieres saber tanto de ella?
Me impresiono, fue algo súbito, necesito saber algo más de ella, estoy seguro que nos casaremos. Me extraña, le contesto; tiene novio hace bastante. Si... si... pero puedes darme la dirección para escribirle, para mandarle una carta. Bueno pero pasa, pasa aquí dentro y ahora te la escribo en un trozo de papel.
Aquella mujer le dio la dirección de su hermana y Emiliano le escribió. A la primera carta María no le contesto, siempre lo recordaba, pero luego si, aquello se convirtió en un noviazgo epistolar. En una de aquellas cartas él le pidió que se casaran ya que le trasladaban a otro lugar de España, más lejos y además solo, ella le daba largas. Un buen día Emiliano se presento a buscarla a su casa, claro que ella tenía novio, pero este muchacho era muy guapo, tenía muy buen porvenir y viviría en la capital. Se caso con él y durante cuarenta años él cuido de su flor, de su rosa, de sus dientes de perlas, con un profundo amor y cariño. Él se fue primero, ella tardo muy poco en reunirse de nuevo con el amor de su vida. Esto es un homenaje a todas esas parejas que se aman, se respetan toda una vida.